miércoles, 29 de abril de 2009

Los perjuicios de los prejuicios

Estaba yo estudiando francés hace un ratito cuando me he topado con la hermosa palabra préjudice. Y, resulta que, al contrario de lo que pudiera parecer, su traducción al cristiano no es prejuicio, sino perjuicio. Así pues, nos encontramos con lo que se llama un falso amigo. Y, como todo el mundo sabe, los falsos amigos son los peores que puede tener uno...

Oye, pero prejuicio y perjuicio se parecen tanto… Si sólo hay dos letras cambiadas de sitio; ¡qué más dará una que otra!

Pues mira tú por dónde: aunque se parezcan tanto, son dos palabras muy, pero que muy diferentes.

• Un prejuicio es una opinión, normalmente negativa, que nos formamos sobre algo que no conocemos bien.

Por ejemplo, mi vecino de enfrente tiene prejuicios contra la gente que come caramelos de mora. No conoce personalmente a ninguno, pero son mala gente, no hay más que verlos, siempre con la boca llena y la lengua coloreada.

• Un perjuicio es un daño sufrido, un menoscabo (toma palabro) .

Por ejemplo, la bajada en las ventas de caramelos de mora (probablemente causada por los prejuicios de gente como mi vecino) son un auténtico perjuicio para los fabricantes. Las pérdidas durante el último trimestre casi causan una hecatombe en el sector.

Y ahora, la pregunta del millón: ¿cómo distingo una palabra de la otra? Pues nada, tranquilo todo el mundo, que es más fácil de lo que parece.

Por una parte, podemos dividir prejuicio en pre y juicio, o sea, juicio previo. Que es más o menos lo que la palabra viene a significar.

Y, por otra parte, perjuicio es el sustantivo correspondiente al verbo perjudicar. Ambas palabras empiezan por per. Y a nadie se le ocurre decir prejudicar, ¿verdad? Suena raro, pero raro raro...

Resumiendo:

Prejuicio = pre + juicio = juicio previo.
Perjuicio -> efecto de perjudicar.

Pues ya sabéis: a partir de ahora, a hablar sin prejuicios de cualquier perjuicio que sufráis, que el que no llora no mama.